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Estudian medidas para una nueva etapa en la estrategia industrial

 Gestión de Gobierno

Estudian medidas para una nueva etapa en la estrategia industrial

Estudian medidas para una nueva etapa en la estrategia industrial
febrero 27
12:00 2015

La fuerte recuperación del sector en la última década comienza a mostrar signos de estancamiento y choca con los cuellos de botella del sector externo. La nueva realidad exige una mayor sintonía fina que impulse una mayor agregación de valor local. La importancia de una Banca de Desarrollo que fomente la sustitución de bienes intermedios y de capital.

La fuerte reactivación de la industria durante la última década es uno de los pilares sobre la base de los cuales el gobierno ha forjado el denominado «modelo productivo con inclusión social». Sin embargo, en el último período el sector ha comenzado a mostrar algunas debilidades que remiten nuevamente a los «cuellos de botella» creados por la estructura dependiente de la economía nacional en lo que hace a la primarización de la economía y la restricción externa de divisas.

Según consignó Tiempo Argentino, la situación obliga a repensar una estrategia que atienda las posibilidades de desarrollo de determinados sectores y a la demanda de divisas del sector externo.

Según datos del Indec del Estimador Mensual Industrial (EMI) publicado en enero, durante 2014, la producción industrial sufrió una caída del 2,5% con relación al año anterior. El último trimestre de 2014 sufrió un retroceso del 2,1% con relación al mismo período del año anterior que, a su vez, había retrocedido un 3,5% con relación al mismo período de 2012.

Un punto de partida insoslayable es el de resolver la crisis del sector energético, insumo clave de la producción y factor altamente distorsivo del sector externo.

Más allá del impacto de la recesión internacional, la caída de la demanda de los principales socios comerciales (variables que escapan al control de la política económica) y la desaceleración del consumo interno, los propios industriales han atribuído gran parte de ese parate a la dificultad de obtener divisas para la importación de bienes de capital e insumos productivos a partir de la política del gobierno de administrar el comercio y la aplicación de las DJAI. Las dificultades de financiamiento de las importaciones de los sectores productivos surgen, una vez más, de la necesidad de obtención de divisas cada vez más comprometidas por la caída de los precios de las commodities, la consecuente reducción del superávit comercial y, a su turno, las obligaciones de deuda externa.

Las dificultades para el financiamiento del sector externo surgidas a partir de los fallos contra la Argentina y en favor de los fondos buitre, obligaron a un fortalecimiento de las medidas de control del comercio exterior y la salida de divisas agudizando, en perspectiva, los límites estructurales del desarrollo productivo local.

UNA DÉCADA DE INDUSTRIALIZACIÓN. El último informe disponible del Centro de Estudios para la Producción (CEP) del Ministerio de Industria de la Nación sirve para graficar el crecimiento explosivo que los sectores de la producción han experimentado desde 2003 hasta 2013. Según los datos del CEP, entre 2003 y 2013 el sector industrial creció un acumulado del 162 por ciento. El mismo informe destaca el liderazgo regional de la Argentina en términos de industrialización de la economía. En 2013, según datos de los organismos estadísticos de la región, en lo que hace a la participación de la industria manufacturera sobre el PBI total de cada país, la Argentina es líder con un 19,8%, seguida por México (16,6%), Brasil (13%), Venezuela (13,7%), Colombia (11,3%), Paraguay (10,2%) y Chile (10,1%). Es que durante ese período que va desde el 2003 al 2013, el PBI industrial de nuestro país pasó de 30.697 millones de dólares a 80.501 millones de dólares, el empleo industrial registrado pasó de 766.809 empleos a 1.285.463, un 68% más.

De este modo, además, la productividad anual por trabajador pasó de 15.500 dólares en 2002 a 44.427 dólares para 2013, un incremento del 186,6% de la productividad por trabajador medida en dólares. Además, según indica el informe, el crecimiento promedio de la industria en el período fue del 6,1% contra el promedio de -3,4% en el período que va desde 1996 a 2002 cuando el empleo sectorial retrocedió un 3,3% promedio anual en contraste con el incremento de un 4,8% promedio anual desde 2003. En el mismo período, las exportaciones de manufacturas de origen industrial se incrementaron un 269% y los productos de mediana y alta tecnología pasaron de representar el 17,4% de las exportaciones totales hasta un 26,2%. Ya en 2013, el conjunto de las exportaciones de bienes manufacturados (industriales y agropecuarias) representó un 68,4% del total de las exportaciones mientras que las exportaciones primarias no llegaron al 23% del total.

CUELLO DE BOTELLA. Durante el período, según el mismo informe del CEP, también se incrementaron notablemente los niveles de inversión en bienes de capital y durables. Sin embargo, en 2004 la inversión en equipos durables tenía como principal destinatario los equipos de orígen nacional que percibieron alrededor de 18 mil millones de pesos contra los 17 mil millones de los bienes de capital importados. Con el desarrollo de la inversión y la fuerte reactivación de la industria, en 2013 y, a valores costantes de 2004, las inversiones en equipos nacionales alcanzaron cerca de 35 mil millones de pesos mientras que las inversiones en equipos de capital importados superaron los 55 mil millones de pesos. Es en este punto precisamente donde se nota la creciente dependencia de las importaciones de bienes de capital que acarreó el desarrollo industrial de la última década y sus puntos débiles.

Contradictoriamente, el proceso de sustitución de importaciones hizo que la proporción de bienes de consumo importados se redujera al 12,1% del PBI en 2013 contra el 14,2% registrado en el año 2008.

Es que esa sustitución de importaciones estimada en 12.720 millones de dólares para ese año, con la excepción de maquinaria agrícola como cosechadoras (donde la producción nacional pasó del 16% del total en 2003 al 63% en 2013) se concentró en bienes de consumo como televisores, heladeras, calzados, celulares y motos que, además, cuentan con un alto componente de insumos importados.

El crecimiento de la producción puso de relieve la estructura atrasada de la industria y la necesidad de acompañar el proceso de sustitución con una orientación estatal para que el desarrollo no se tope con la restricción de divisas. Para eso es necesario que la sustitución de importaciones se oriente hacia los bienes intermedios y de capital y no meramente a los bienes de consumo que es lo que el mercado puede realizar con mayor naturalidad acompañado de medidas de protección de la industria.

Al mismo tiempo es preciso romper la lógica de la productividad por tipo de cambio que ha sido, indudablemente, uno de los motores del desarrollo industrial a partir de la salida de la convertibilidad junto con la creciente demanda del mercado interno.

Así lo propone el informe preliminar realizado por los economistas Fernanda Vallejos, Amico y Alejandro Fiorito, «Hacia una Política de Desarrollo Económico Argentino. Situación actual y desafíos de un plan integral.»

Allí sostienen que «un punto crucial para insistir en la competitividad no precio de la economía es la extendida y fallida conexión entre devaluación y crecimiento que es impulsada además por una corriente latinoamericana de pensamiento económico, neodesarrollista. Como veremos, la competitividad precio, no sólo es pasajera, en tanto que luego de una devaluación, los efectos inflacionarios se hacen sentir a través del efecto «repase». Los precios de los importados suben en pesos, como también los precios de los exportados, sin modificar sus cantidades. Al revés, las devaluaciones son normalmente contractivas en toda la región».

Los sectores estratégicos no necesariamente tienen intereses comunes con los de la política económica y es por eso que la intervención el Estado en la orientación es clave. Los autores del informe aseguran que «El escaso desarrollo de los bienes destinados a la producción es lo que convierte a la industria argentina a nivel agregado, en un sector incompleto y desequilibrado, dependiente mayormente de insumos y bienes de capital importados con bajos niveles de exportación relativa. En otras palabras, su subdesarrollo repercute negativamente en el balance de pagos, en el desarrollo del sector industrial e impide afrontar desafíos de demanda.»

Según los economistas mencionados, ese modelo de desarrollo permitió a la Argentina completar una fase de «sustitución de bienes fáciles» en lo que hace a la producción de bienes de consumo. Esa etapa, aseguran, concluyó, y ahora es preciso enfrentar las tareas de fondo que no han sido abordadas. Además, demuestran que tanto las exportaciones como las importaciones de bienes de consumo no dependen del tipo de cambio, es decir de los precios relativos, sino de la evolución del PBI mundial y local, del crecimiento, que son quienes determinan, en última instancia, la demanda.

Un punto de partida insoslayable es el de resolver la crisis del sector energético, insumo clave de la producción y factor altamente distorsivo del sector externo.

Además, de lo que se trata es de establecer una matriz de insumo producto que estratifique los sectores y permita indentificar los denominados «sectores motorizantes» que son aquellos que por su dinámica y entrelazamiento permiten apalancar el desarrollo de otros sectores en varios sentidos de la cadena productiva, hacia adelante en la producción de bienes finales, hacia atrás en la demanda de insumos y materias primas y en forma radial a través de la creación de industrias satélites. Por eso, estos «sectores motorizantes» donde habría que poner atención tienen la capacidad potencial de «aceleración y multiplicación».

Los llamados sectores estratrégicos son aquellos que trascienden su influencia en sus propias fronteras y por lo tanto pueden afectar el conjunto de la política industrial. Por eso la sustitución de esas importaciones requiere la intervención estatal ya que el mercado es incapaz de ordenarlos en función de los objetivos de conjunto. Allí están los sectores energéticos, la construcción, extracción de metales y equipamientos ferroviarios, entre otros. Para eso, entonces, es preciso fortalecer la capacidad de influencia estatal a través de la puesta en pie de mecanismos de financiamiento estables. Por eso proponen la creación u refundación de un Banco Nacional de Desarrollo.

DOS SECTORES CLAVE. Según el informe el sector automotriz, que ha venido produciendo volúmenes récord de automóviles con excepción de este último año, a pesar de tener una balanza comercial positiva en lo que hace a la compra y venta de automotores arrastra un déficit de alrededor de 9 mil millones de dólares (una cifra similar al déficit del sector energético), si se incluye la importación de insumos y autopartes. Por eso de lo que se trata es de orientarse a una mayor integración local de autopartes que no emanará en forma espontánea como resultado de la iniciativa privada sino con medidas concretas de tipo arancelarias, impositivas y financieras que sirvan de incentivo al uso de insumos de producción nacional que, a su vez, incrementen la existencia de proveedores locales.

Lo mismo ocurre con la industria electrónica de Tierra del Fuego que, creciendo a tasas extraordinarias con incentivos fiscales y aduaneros, no pudo resolver el déficit de 5 mil millones de dólares por importación de insumo y partes de sus productos electrónicos que han consolidado una fuerte industria de ensamble. Además, claro, de los cerca de 23 mil millones de pesos anuales que el Estado dejará de recaudar en 2015 por el sector como está establecido en el ítem de gasto tributarios del presupuesto. En 2013 había sido de 15 mil millones de pesos y en 2014 de 18 mil millones.

En este punto el documento de trabajo propone revisar los regímenes de promoción fiscal y explorar estrategias a nivel regional para la producción de insumos y acotar la producción y ensamble a los productos pausibles de ser producidos localmente. Se trata de una propuesta que combine una mayor austeridad en términos de los productos pausibles de ser producidos integramente en el país y la región por un lado y una mayor ambición en el objetivo de avanzar en la producción de toda la cadena de valor en varios de sus productos tomando la experiencia de la linea blanca y extendiéndola hacia otros productos de mayor tecnología como TV, celulares consolidando «un proceso de industrialización más genuino».

Fuente: InfoNEWS


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